viernes, 23 de mayo de 2014

¿Cuánto trabajamos los uruguayos?


No es la primera vez, ya en dos oportunidades el presidente José M ujica en sus presentaciones en el exterior y en algunas declaraciones locales se refiere al tema de cuanto trabajamos los uruguayos. Mejor dicho afirmó que los uruguayos "no somos muy trabajadores, somos más o menos, no nos matamos mucho para el trabajo, por tradición, por cultura, por lo que fuera". Algo muy similar dijo en España.


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La columna de Esteban Valenti




Es una visión que tienen del país y por lo tanto de nosotros mismos muchos uruguayos. Eso no cambia en absoluto mi profunda discrepancia con esta afirmación. Mi discrepancia ideológica y cultural.
La semana pasada me ha tocado defender y promover los resultados de la visita de Mujica a los Estados Unidos en diversos medios y de forma polémica con otras visiones, que, sin duda influidas por la proximidad de las elecciones, exacerbaron su sentido crítico. Sigo creyendo que esta visita y otras que realizó el presidente han sido muy positivas, porque llega de un país, Uruguay que realidad ha logrado avances económicos y sociales muy importantes y efectivamente tienen un sistema político maduro, serio y que ha evolucionado y porque Mujica es hoy un personaje internacional como nunca tuvo el Uruguay.
La combinación de ambas situaciones, y su enorme capacidad de contactarse con los diversos auditorios nos ha servido a todos y aportó éxitos y resultados concretos y tangibles, pero además resaltó la imagen del Uruguay en el mundo. Y eso ha sido muy positivo, aunque a la oposición le cuesta tanto ser generosa y reconocerlo. Una pregunta ¿Qué preferirían, un fracaso?
La visita a los Estados Unidos, por diversos motivos merecerá análisis desde muy diversos ángulos y no debería ser una suma de anécdotas, sino una visión más de fondo. Vivimos tiempos políticos complejos para ese tipo de mirada. Yo estoy convencido, profundamente convencido que los principales objetivos del país se lograron ampliamente en esta visita de la comitiva presidencial. Para los que le preocupan los frijoles (el comercio, las inversiones, la cooperación en diversas áreas, etc.) y para la imagen más inmaterial, pero importante del Uruguay en el mundo. Debería colaborar también a nuestra autoestima, que es un valor importante y no tiene dueño. También se reforzó la imagen de José Mujica, hombre, gobernante y personaje. Y es lógico y natural que suceda.
Eso no cambia un ápice mi profunda discrepancia con la afirmación reiterada de Mujica sobre el trabajo y los uruguayos. El país tiene un PBI de más de 52.000 millones de dólares, eso es producción de bienes y servicios de todo tipo, agropecuarios, industriales, mineros, forestales, de servicios, construcción, comercio y otras actividades. Y eso es trabajo, no es generación espontánea ni especulación financiera.
Excepto en la construcción la productividad del trabajo en el Uruguay creció en los últimos años y el volumen físico de la producción y el nivel de los servicios también aumentó en forma muy importante y eso es trabajo. Se crearon 300.000 nuevos puestos de trabajo en más del 80% en el sector privado y en el estado sobre todo crecieron en el sector de la seguridad, de la educación y de la salud.
Me permito recordar que la historia del país está llena de ejemplos de la laboriosidad oriental, la lista sería interminable y ese esfuerzo que nos dejó un legado tan importante en la edificación, en las fábricas, en la infraestructura, en el estadio centenario tiene una fuerte componente de nuestra "tradición" donde las corrientes de emigrantes aportaron mucho. Por lo tanto tampoco es cierta esa afirmación en nuestra historia.
Comparando el nivel de productividad de nuestros trabajadores a todos los niveles y sectores con otros países del mundo, no ocupamos por cierto los peores lugares y hemos mejorado en nuestra productividad. Mi primera discrepancia es porque esa afirmación no corresponde con la realidad.
Uruguay es uno de los países de América Latina con mayor productividad laboral, según datos de la consultora Euromonitor International, ocupa el tercer puesto, detrás de Chile y Venezuela, si se tiene en cuenta el Producto Interno Bruto (PIB) por persona empleada. En esos tres países, el monto era superior a unos US$ 25.000 el año pasado, en un segundo escalón están Argentina y México, con valores de entre US$ 20.000 y US$ 24.999, y en el tercero le siguieron Brasil, Costa Rica, Colombia y Ecuador (aún iguales o superiores a US$ 15.000), República Dominicana, Perú y Guatemala tienen registros menores.
Como en varias oportunidades he discutido y discrepado con esa explicación facilonga de que en el Uruguay todo comienza con la llegada del último ciclista el domingo de la Semana de Turismo. Es falso de toda falsedad. Y es una visión resignada y reaccionaría de la sociedad uruguaya.
Que le digan eso a los productores del campo, del sector turístico, a los trabajadores industriales, a muchos otros que tenemos nuestra licencia anual y ya en enero estamos trabajando normalmente y es la mayoría de los trabajadores de este país.
No estoy de acuerdo como método, porque las generalizaciones de este tipo son profundamente injustas. En los promedios se ahogan los petizos, pero sobre todo en estas generalizaciones se joden los que laburan en serio. ¿Y si nos viviera a todos la tentación de no apurarnos, de no preocuparnos por el trabajo y sumarnos a esa visión algo bucólica del Uruguay? ¿Peligroso, no?
Esas generalizaciones han servido en muchas latitudes para explicar que los pueblos, las sociedades o las razas tienen sobre todo defectos, pocas veces resaltan virtudes. 
¿No hay problemas con el trabajo en el Uruguay? Vaya si los tendremos que un dirigente sindical, Richard Read, en un muy aplaudido discurso en un acto nada menos que el 1º. De mayo, tuvo una referencia implacable e impecable. Pero eso es otra cosa, hay personas e incluso sectores que de manera espontánea, como avivada sectorial o lo que es mucho peor, como profunda deformación de clase hacen del sebo una de sus manifestaciones. Y son constantes y recurrentes. Pero esa no es la situación de la mayoría de los trabajadores, de los profesionales, de los docentes, de los investigadores ni de los empresarios, que en su mayoría también trabajan.

Que hay sectores de la sociedad uruguaya donde existe una peligrosa visión de que el rendimiento en el trabajo no es una virtud y que faltan, no cumplen y elevan el sebo a una categoría inseparable de sus empleos. No hay duda, pero precisamente con esas afirmaciones en lugar de afrontar el problema se lo agrava. ¿por qué no integrarnos naturalmente a esa corriente nacional y general de que no nos matamos con el trabajo? ¿Y el estudio? No es un trabajo remunerado, pero si la imagen que transmitimos es que los uruguayos no nos matamos trabajando, fomentamos que tampoco es necesario matarse estudiando. Total... es así.
Es bueno promover un debate en la sociedad y en particular en la izquierda sobre el tema del trabajo en general y en particular sobre el papel que juega en nuestras vidas, en nuestra cultura, en nuestras ideas. Y no el trabajo solo como elemento cultural, sino precisamente y concretamente sobre el rendimiento en el trabajo, sobre la visión crítica de que conseguido un empleo ya alcanza y no que siempre es parte de nuestra superación personal y profesional.
Hay otro abordaje que es todavía más ideológico, la izquierda a partir de la revolución industrial tuvo en el trabajo, en los trabajadores el pilar central de su identidad, no solo teórico en cuanto a las formas de producción y apropiación de la riqueza, sino como expresión histórica concreta. Fueron las columnas de trabajadores organizados los que dieron nacimiento a los grandes movimientos progresistas y revolucionarios, en Francia, en Inglaterra, en los Estados Unidos, en Rusia y en nuestro país.
El trabajo como generador de riqueza, como la base de la producción y de la plusvalía y por lo tanto de la explotación. Ha cambiado la estructura de la producción - no en todos lados por cierto -, ha cambiado la composición del proletariado de manera muy profunda incluso el trabajo a través de los cambios tecnológicos y de procesos globales ha sufrido un fuerte impacto. Estos cambios forman parte, deberían hacerlo de la constante evolución de la izquierda y su visión del mundo. No es a través de descripciones de ese tipo, como la que estamos considerando, que el pensamiento de izquierda avanza.
¿Cuántas veces se utilizó por parte de las fuerzas conservadoras, estereotipos de ese tipo para menospreciar el rol del trabajo y de los trabajadores en determinados países, o lo que es peor para exaltar supuestas virtudes laborales de pueblos, razas o naciones?
Temas de ese tipo y profundidad no deberían ser utilizados como un recurso oratorio para darle credibilidad a la presentación del país, para mostrar el sentido autocrítico de nuestro gobierno, porque no corresponden a la realidad y porque utilizan un método de abordaje de un tema vital para la izquierda que aplana o peor aún, desmorona totalmente el debate y la creación de ideas.



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