jueves, 21 de agosto de 2014

García Lorca siempre vuelve


Mañana se inaugura en el subsuelo del Teatro Solís una muestra en homenaje a los 80 años de la visita del poeta andaluz a Uruguay, lo que invita a recordar mitos y realidades de sus andanzas por estas tierras



García Lorca y Enrique Amorim en Montevideo


Existen muchos mitos sobre la estadía del poeta español Federico García Lorca en Uruguay en 1934. Que bajó en el puerto de Montevideo vestido de mujer, que estuvo en Salto y se enfiestó con el escritor Enrique Amorim, que terminó de escribir su dramaYerma en el Hotel Carrasco.
Según quienes han investigado sobre ello, no hay pruebas de ninguno de los mitos anteriores.
La llegada de unos de los máximos poetas en lengua española al Río de la Plata cumplió 80 años este año y a modo de homenaje el Teatro Solís inaugura mañana una muestra titulada Federico 18 días, del artista José Gómez Rifas, porque justamente esa fue la cantidad de jornadas que García Lorca pasó en tierra oriental.
A partir de la hora 19 y con entrada gratuita, el público podrá acercarse a estas 18 obras que utilizan la técnica del collage y superponen imágenes y fotografías de García Lorca con telas, objetos y otras fotos y objetos (como por ejemplo escarapelas artiguistas), en un soporte como el cartón usado en embalaje.
La muestra y el homenaje también sirven como excusa para recordar algunas anécdotas de aquella ilustre visita y de  lo que sucedió en esas dos semanas y poco de García Lorca en Uruguay.
Como todavía sucede hoy con escritores y músicos, la llegada de García Lorca a Montevideo estuvo condicionada por un viaje a Buenos Aires, donde fue invitado por la Sociedad de Amigos del Arte a dar un ciclo de conferencias.
El escritor e investigador Eduardo Roland, autor junto a Pablo Rocca del libro Lorca y Uruguay, dijo a El Observador que llegó a la capital argentina, además de la invitación antedicha, a instancias de la actriz Lola Membrives, esposa de un empresario teatral porteño. La actriz, que había brillado con Bodas de sangre, era una de las favoritas de García Lorca. 
“Una vez en Buenos Aires, el embajador español en Montevideo, Enrique Díez-Canedo, poeta, crítico teatral y gran admirador de García Lorca, lo atrajo a Uruguay, donde el poeta quería ofrecer una conferencia en honor a su amigo, el pintor uruguayo Rafael Barradas. Pero esa conferencia nunca se produjo”, explica Roland.
Una de las principales sorpresas que se llevó García Lorca en el Río de la Plata fue su popularidad, el alto grado de conocimiento de su obra y el respeto hacia su figura, mucho mayores que en la propia España, además de los buenos dividendos económicos que le dieron las conferencias. 
“No hay que olvidar que, salvo en Estados Unidos y en Cuba, García Lorca no había salido de España. Por lo que este era el verdadero primer viaje como escritor que realizaba”, agrega Roland.
Antes de salir de Barcelona, el escritor estaba escribiendo una obra de teatro, Yerma, y había sido apalabrado por la actriz Margarita Xirgu (quien luego será una de las principales responsables de la Comedia Nacional) para tener el rol protagónico femenino, en una época donde las actrices se peleaban y se celaban por el favor del autor.
Al llegar a Buenos Aires, en octubre de 1933, Lola Membrives se entera de que Lorca escribía la obra y para que la terminara lo invita a pasar unos días en el Hotel Carrasco, entonces en medio de un hermoso balneario costero.  
“Pero Lorca tenía un compromiso con Margarita Xirgu, y no pretendía terminar la obra, atrapado entre las personalidades de las dos actrices”, dice Roland. 
Lorca desembarcó en el puerto de Montevideo del Vapor de la Carrera, donde lo esperaba la prensa y los admiradores, como Emilio Oribe. También alojados en el Hotel Carrasco estaban Enrique Amorim y su esposa Esther de Haedo.
Amorim fue en Montevideo quien paseó a Lorca por la ciudad: visitó el Centenario, Pocitos, fue a la playa de Atlántida, dio conferencias sobre su obra (con localidades agotadas y “señoritas que esperaban su autógrafo”), concedió entrevistas a los diarios de la época, Susana Soca le organizó un cóctel,   conoció a Juana de Ibarbourou, fue al cementerio del Buceo a rendirle homenaje a Barradas y luego a una recepción, otra entrevista, otra conferencia, y más fotos de prensa. También asistió al carnaval y los montevideanos bromearon con su nombre y el calor de la noche.
Roland y Rocca en su libro no dudan en calificar esos días como un “clima de asfixia” para el escritor.

Valentin Trujillo @valentin_t

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