domingo, 31 de agosto de 2014

Serrat habla de su momento actual y empieza nueva gira en Montevideo

Sigue siendo el poeta de las pequeñas cosas. Con 70 años, empezará a celebrar medio siglo sobre el escenario en Montevideo, en febrero, después de editar "un objeto".



Hoy afronta la tarea de reconstruir ese pasado en el que ha sido feliz y nos ha hecho felices. Nació el 27 de diciembre de 1943, en Barcelona, y le ha cantado al amor, al Mediterráneo, a las pequeñas cosas. Su vida y su voz están unidas a las vidas y a las aspiraciones de varias generaciones de españoles y de latinoamericanos que ven como propios el barrio de Serrat, su mar, sus creencias, las imágenes y las palabras a las que ha puesto música. Ahora prepara un disco en el que comparte canciones con amigos y colegas como Ana Belén, Víctor Manuel o Miguel Ríos, Lolita, Quico Pi de la Serra, Pablo Alborán. El disco se llamará Trencadís y lo estrenará en febrero en gira que comenzará en Uruguay, continuará por América y concluirá en España. Le hemos visitado en días de sol, y del verano nos ha hablado como parte indisoluble del entusiasmo por vivir en el que nos educó a tantos con su voz. Habló también, de cómo escribe, en el otoño de su vida, cuando llega el verano.
-¿Le gusta escribir con este tiempo?
-Me cambia mucho la vida. Soy una persona que ama y agradece mucho el buen tiempo, incluso el calor. Amo el calor, el agua y el mar desde que empieza el verano hasta Navidad. A lo largo de todas mis actividades artísticas he procurado desplazarme a la América austral en los meses de invierno, para pasar dos veranos al año. El verano lo representa perfectamente un melocotón, comerme un melocotón bien jugoso, que se me escurra el líquido por la barbilla y que me deje las manos pegajosas…, eso es perfecto.
-En sus composiciones hay siempre tiempo. Canción de cuna es autobiográfica, como una postal que le mandara la infancia: "Por la mañana rocío, al mediodía calor, por la tarde los mosquitos, no quiero ser labrador".
-La vida del niño cambiaba absolutamente cuando llegaba el verano, cuando se encendían las hogueras de San Juan quemábamos todo el año y te ibas a la playa en libertad. O la familia te mandaba al campo. Todo aquello cambiaba absolutamente la vida. Es la relación del niño con el agua, con las balsas, con los sapos, con esos insectos que flotan, con los barbos, con todos los seres vivos… Y de alguna forma la tristeza que nos acompañaba cuando nos separábamos en septiembre y teníamos que empezar a renunciar a aquellas escapadas.

¿Dónde estaban esos paisajes?
-Yo tengo dos paisajes fundamentales, el mar y el campo. El mar es la Barceloneta de mi niñez, con todo lo que representaba el recorrido desde la casa hasta la playa. Primero, trincar algo de comer en casa, bocadillo, toalla y bañador, la indumentaria que nosotros necesitábamos; colarte en el tranvía, colarte en los baños que entonces no eran públicos, para llegar a las instalaciones con piscinas y duchas. Hubo una época preciosa en la que me tocó ir a Navarra, con 13 años, a un lugar al que no había ido nunca, Viana. Ahora tengo una casa allí y voy a pasar alguna semana con mis amigos, gente con la que crecí y aprendí todo del campo. Mi madre tenía allí una amiga de la juventud. Iban al mismo baile de sirvientas y estrecharon lazos, una amiga a la que le unía el más profundo sentimiento que seguramente pueda unir a dos mujeres, que les ocurrió lo mismo a las dos, se les murió el novio pocos días antes de casarse. Eso creó en ellas un sentimiento mucho más allá de lo fraternal. Viana se convirtió para mí en la tía joven que yo no tenía, la tía cercana. Cuando ella dejó el oficio y se retiró, me llamó. Aquello fue maravilloso porque vivía en aquella casa como un hijo (que lo era, el hijo malcriado de la casa) y al tiempo vivía en un pueblo magnífico donde conocí a Alejandro y a Teófilo, toda esa gente con la que me crié. Viví de lo bueno lo mejor y de lo malo pocas cosas; en la ciudad somos peores.
-¿Cómo era el anterior muchacho, el niño, el hijo de Ángeles Teresa?
-Era un chico muy movido, muy activo, torpe, se me caían los vasos, estaba pensando en hacer la tercera cosa cuando aún no había hecho la primera, tenía que hacer las otras dos y no me acordaba de la anterior. Fui un excelente estudiante, muy brillante en la escuela de agricultura y en la universidad.
-¿Qué hizo en la universidad?
-Biología hasta tercero; dejé la carrera porque siempre he tenido que financiar mis actividades universitarias, parte con becas y parte buscándome mis chapas, mis clases, cantaba… En una época estuve trabajando como becario en el Consejo Superior del Instituto Pirenaico. Era el año 1967, yo ya había cantado y aquello acabó de decidirme a emprender mi carrera profesional.
-En su primer paisaje humano su madre fue fundamental.
-Era la que ponía el orden cotidiano, el trabajo, que era mucho, y el ejemplo, que también era mucho. Mi padre era lampista y trabajaba en Catalana de Gas. Muy mañoso, podía hacer cualquier cosa, desde una heladera hasta toda la instalación eléctrica de la casa, pintaba las paredes, alicataba el baño, lo hacía todo. Con todo lo habilidoso que ha sido mi padre, yo he sido muy torpe. El ejemplo no me lo daba con esto, me lo daba con su comportamiento, con su respeto a la gente, a su mujer, estas cosas tan importantes, el espejo con el que aprendes cómo son o cómo deberían ser las cosas. Mi madre también era un poco hiperactiva, con un genio más levantisco, me recuerda a la madre de Juan José Millás, cuando él cuenta que ella era desconcertante porque abría la heladera y decía: "¡Ay, cuánto pan, qué haremos con tanto pan!". Y al día siguiente decía: "¡No hay pan, no hay pan!". Tanto por exceso como por defecto mi madre pensaba que la hecatombe estaba a la vuelta de la esquina, aunque era muy instintiva y repentina, en realidad era capaz de conducir un ejército. Tenía un carácter muy sólido, menos duro de lo que ella quería aparentar, pero muy consistente. Y a pesar de todo lo que he dicho, muy cariñosa.
-Ese episodio de la infancia y la adolescencia que es central no sólo en su vida sino en sus canciones, ¿le devuelve imágenes, postales de casa, con otros, de cosas que hayan ocurrido y que le vengan de vez en cuando a la memoria?
-Sí, pero vienen más si las reclamas. Y ahora las he reclamado para conmemorar mis 50 años en el escenario. Y previamente estoy preparando la presentación de "un objeto" para Navidad que contiene 50 canciones y 50 relatos, no sabemos muy bien aún cómo será ese objeto. Las 50 canciones no son lo que podría ser un relato histórico, en principio traté de hacer una lista cronológica y que la cronología llevara de una canción a otra, pero era bastante aburrido al oído y seguramente como documento. Sin embargo, lo que sí puede ser interesante es que escoja 50 canciones entre las cuales habrá algunas que puedan resultar muy curiosas. Por ejemplo, una de ellas va a ser el La la la, que voy a cantar en alemán, la grabé en alemán y es la versión que voy a poner; aquello fue un hito en mi vida, pero me niego en estos momentos tanto a prescindir de ella como a señalarla de una u otra manera. La hago en alemán para que quede constancia y que cada cual piense lo que quiera. Hay otras canciones, 25, que las hago en dúo con diferente gente. Y hay 50 relatos, no son memorias, son 50 ocurrencias u ocurridos que me han pasado o que yo he pensado, no creo que ninguna excesivamente dramática.
-¿Qué le ha sorprendido entre lo que se ha encontrado?
-La claridad con la que aparecen, los ves con una nitidez extraordinaria y se pierde más lo accesorio, pero lo que es lo mollar viene caminando solo. A veces, no sé cómo explicarlo bien, ves que el recuerdo tenía una falda plisada y ojos azules, pero no sabes cómo se llamaba.
-Oyéndole hablar de sus padres parece que ahora es cuando ya es usted una combinación de los dos.
-Estaría bien. Nunca eres la combinación de tus padres, un hijo es el resultado de sus padres evidentemente, pero yo también soy el resultado de todo lo que me ha ocurrido en la vida. Lo que me ha ocurrido en la vida me ha hecho ser de una forma o de otra, continuamente nos va mutando, nos levanta, nos baja, nos mejora, nos empeora…
-¿Cómo vivieron ellos la evidencia de que era un artista apreciado?
-Antes de ser un artista conocido y apreciado, a mi madre le produjo un patatús saber que yo iba ser un músico y mi padre respondió con una extraordinaria serenidad dándome toda la confianza cuando les anuncié que iba a dejar la universidad y que me iba a dedicar plenamente al oficio de cantar y viajar. Hasta entonces yo había sido la gran esperanza blanca de mi familia, el que iba a convertirse en profesor de instituto, y a mi madre le rebrincó bastante aquello. Cuando ocurrían estas cosas mi madre no decía nada, optaba por sentarse en un sillón, mirar hacia otro lado y llorar, pero no decía nada. Mi padre le dijo: "Mujer, estate tranquila que el chico sabrá lo que hace".
-¿Qué hubo después cuando vieron que su padre tenía razón?
-Orgullo. Mi padre dejó el trabajo, ya podríamos vivir sin que tuviera que tragar más gas, compramos un R-5 de segunda mano y mi padre se dedicó a hacer de chófer de mi madre, la llevaba siempre, hasta tal punto que cuando murió mi padre ella apareció un día muy jodida por mi casa, muy compungida, había olvidado las líneas de autobuses, los metros, había olvidado casi que levantando una mano se podía parar un taxi. La llevaba a todas partes. Mi padre murió el 29 de abril de 1980. De cáncer.
-Llevaba 13 años en los escenarios.
-¡Más!, desde 1965, en 1967 ya fue profesionalmente, ya había escrito Cançó de matinada, Ara que tinc vint anys, que habían sido éxitos.
-¿De dónde le venían las canciones?
-La inspiración me llegaba de un imaginario en el que había una gran parte de recuerdos, pero también una parte de pesebre, de jugar con las figuritas y adornarlas, por ejemplo, yo no tenía una tía como La tieta pero las veía, las adornaba, las llenaba de tópicos. De alguna manera es lo que sigo haciendo.
-Por ir a una de sus canciones más bellas, ¿cuáles serían hoy para Ud. las pequeñas cosas?
-No son pequeñas ya, las pequeñas cosas son las que nos acaban haciendo feliz el día, que estés trabajando, que tu hija entre en silencio y despacito, se ponga a tu lado y te pegue un susto de cojones. Cuando se te pasa el susto te das cuenta de lo hermoso que es tener una hija así de cariñosa y que juegue contigo de esa manera, con esta confianza. Esta es una de las pequeñas cosas que me han ocurrido antes de que tú llegaras. Este sol, tener la posibilidad de disfrutar lo que la vida puede llegar a ofrecerte. Aquí la gran cuestión es ser agradecido cuando para otros todo

En Navidad llegará "Trencadís", el disco


-Ahora se enfrenta a toda su trayectoria. ¿Qué estado de ánimo le produce ese regreso?
-Cuando esto salga ya habrá pasado toda la época laboriosa. Han sido meses muy trabajosos para preparar algo que aparecerá de una forma muy sencilla, pero todo lo que he tenido que escribir, grabar, cantar con otros o que mezclar es una barbaridad. Ahora ya no me bajo del carro, pero cuando esto sea algo real lo único que tendré será una gran satisfacción. Y el cantarlo me dará mucha más satisfacción. El disco se llama Trencadís, es el mosaico que hacía Gaudí a partir de fragmentos que unía. Cada fragmento, cada canción de este Trencadís llevará un número que se verá en la pantalla, y la gente podrá escoger 10 y votarlas por Internet en cada concierto. Yo preservaré cinco, y otras cinco que no hará falta que voten porque irán fijas (Mediterráneo y otras). Las 10 más votadas se tocarán cada día. Este es el ambiente que quiero generar en estos conciertos, nada más alejado de la solemnidad y grandiosidad, será enorme y grandioso porque nosotros lo vamos a hacer posible.
JUAN CRUZEL PAÍS DE MADRID

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