domingo, 31 de agosto de 2014

Un histórico edificio para una librería con historia

Una de las mayores librerías del Uruguay se trasladó de local y ya reabrió en la Pza. Independencia. Se trata de "El Galeón", de Roberto Cataldo, que dejó sus locales de la Ciudad Vieja y Punta del Este, para apostar fuerte por su nueva sede




El nuevo local, ubicado en Plaza Independencia 1382, tiene cuatro niveles y abarca cerca de 800 metros cuadrados. Las dos primeras plantas tienen salones de exposición de libros, documentos históricos, manuscritos, mapas, grabados, pinturas y demás, mientras que en las otras dos son escritorio y depósito. La oferta de libros antiguos, o simplemente usados, que hay allí es realmente asombrosa: Cataldo estima que como mínimo tiene más de 100 mil volúmenes.
"Estuve casi 20 años en el local que pertenece al Club Uruguay, en Juan Carlos Gómez, entre Sarandí y Buenos Aires. Guardo una excelente relación con la directiva del Club, que administran dicho local: y ellos me plantearon que tenían varios proyectos para el mismo y por ese motivo no podían renovar el contrato con la librería. Con gran comprensión sobre las dificultades para encontrar un lugar acorde a mis necesidades, ellos actuaron muy bien conmigo, siendo pacientes para que yo realizara el traslado en el tiempo que fuese necesario", contó a El País el destacado editor y librero.
Claro que Cataldo aprovechó además la circunstancia para darle un nuevo empuje a El Galeón, librería de referencia tanto en el ámbito local como internacional. "El local de Juan Carlos Gómez estaba acentuado en un perfil más hispanoamericano, y el de Punta del Este, en material más universal y sus distintos idiomas, inglés, alemán, italiano, francés, portugués. Con el nuevo local cambia el perfil, ya que al reunir allí las dos librerías (más un depósito que contenía las publicaciones periódicas, colecciones y otros libros), eso hace que tenga todo el material más concentrado. Por otra parte, al ser un local con estas dimensiones, requiere mayor atención, esfuerzo y dedicación".
"Nuestra librería se especializa en libros antiguos y agotados, también modernos. Los temas principales son historia, literatura y arte, abarcando también política, filosofía, arquitectura, antropología, biografías, masonería, teatro, folclore y gauchesco, música, filología y lingüística. Y atendemos también a otros rubros, como documentos históricos, mapas, grabados, fotos antiguas, originales literarios, láminas, postales, afiches y demás".
Y en cuanto a los clientes que la visitan, Cataldo señala: "Uruguayos, en su mayoría. También argentinos, brasileños, chilenos, paraguayos, españoles. Sus intereses son libros antiguos y agotados, muchas veces sobre viajeros, o primeras ediciones literarias, colecciones históricas, publicaciones periódicas, cartografía, documentos históricos, ejemplares con dedicatoria de sus autores, originales literarios".
Pero además del comercio de publicaciones, Cataldo ha desarrollado desde larga data una importante actividad como editor, aportando a la cultura uruguaya numerosos libros de temas locales, de destacado valor. Ahora, el nuevo local (que funciona donde estuvo ubicado más de una década atrás el boliche Pachamama), le permitirá desarrollar todo otro conjunto de actividades.
En el momento, tenemos que poner todo el esfuerzo para desarrollar, con la mayor intensidad, la labor de la librería. Cuando podamos rescatar el espacio destinado para algunos actos, encararemos actividades culturales relacionados con nuestra tarea, como presentaciones de libros, charlas, exposiciones, etc.", adelanta Cataldo, quien lleva editados cerca de 90 títulos, principalmente en las áreas de historia, bibliografía, literatura, arte, folclore, numismática, ciencias, filología y lingüística. "Pero, lamentablemente, hemos hecho un paréntesis en nuestra labor editorial, debido a que nos resta mucho tiempo en la actividad de la librería".
Cataldo hace más de medio siglo que está en el mercado del libro, y su librería El Galeón abrió sus puertas en enero de 1973, habiendo devenido por varios locales: primero sobre la calle Ejido, y luego, desde 1980, en Maldonado y Santiago de Chile. A fines de 1995 se mudó para el local de Juan Carlos Gómez, que ahora ya forma parte de la historia de la librería. En más de 50 años de carrera, muchos fueron los cambios que hubo que afrontar.
Consultado sobre qué tiene que hacer un librero uruguayo para hacer frente a los cambios en el mercado, Cataldo responde: "La verdad es que lo estoy averiguando sobre la marcha. Es muy difícil realizar cambios cuando se tiene conceptos muy firmes y arraigados. Por supuesto que no es por conservadurismo, pero a pesar de que a veces aflora cierto escepticismo en la tarea, surge firme el pensamiento de que `voy a morir con las botas puestas`. Es decir, que hay una especie de romanticismo en defender el oficio y sobre todo el libro impreso, en detrimento de otros formatos, a pesar de que el digital pueda ofrecer respuestas con respecto a informaciones varias de tipo enciclopédico. Y cuando digo defender, me estoy refiriendo a la parte física del libro, con todos sus componentes y encanto: encuadernación (rústica o tapa dura con la variedad de materiales: cuero, pasta, pergamino, etc.), el papel utilizado con sus distintos gramajes y calidades, sus ilustraciones (grabados xilográficos, al acero iluminados a mano, acuarelados, litográficos, etc.), su textura, van a tener siempre una `sensualidad` en su percepción táctil que, creo, es insustituible".

Primeros pasos

"En 1960 comencé en la librería de Adolfo Linardi y Juan Ignacio Risso, y estuve hasta 1972. En 1967 ingresé a la Escuela Nacional de Bellas Artes y estaba muy entusiasmado con su experiencia educacional: tanto que en 1971 concursé para un interinato como docente y al ganarlo, necesitaba mayor tiempo: decidí dejar mi empleo y continuar con los libros en forma independiente, iniciando en 1973 con El Galeón".

El gran ultimátum: `O los libros o vos`

"Mi actividad con los libros se remonta a 1960. En esa época, en Montevideo, existían varios coleccionistas, investigadores, docentes, lectores que se apasionaban por el libro. Con el paso del tiempo esto ha decaído. Varios factores influyen, entre ellos la pérdida de espacio habitacional: antes se vivía en casas con salas de biblioteca, escritorios, y ahora mucha gente vive en apartamentos más reducidos. En esta época, para el amante de los libros, a nivel familiar, hay un ultimátum: `¡O vos o los libros!`. Creo que, además, hoy se lee menos y hay poco interés por los libros y por armar una biblioteca especializada. Los coleccionistas escasean y los investigadores son más de `laboratorio`, y se orientan a los archivos y a la documentación privada. Recuerdo que en un período de los años 60, desde el Estado, se le proporcionaba a los profesores un dinero mensual extra para la compra de libros, algo que jamás se reeditó. También los actuales medios electrónicos de comunicación atraen más, distraen y provocan un `descanso`, que resta tiempo para la lectura. Pero, a mi modesto entender (no soy sociólogo), el factor principal, es una crisis de valores que afecta la cultura de las nuevas generaciones", reflexiona Cataldo.
CARLOS REYES


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