miércoles, 8 de octubre de 2014

¿Quién gana el Nobel mañana?


Mañana se conocerá el ganador del Premio Nobel de Literatura 2014 y, como todos los años, los nombres de los principales candidatos danzan en los medios y en las encuestas, pero la verdad dice otra cosa




El Premio Nobel de Literatura y su magnetismo. El Nobel de Literatura y sus resultados. Sus decisiones polémicas y sus suspicacias.
Todos los octubre se produce la misma situación, siempre con un nombre menos: el del ganador del año anterior, que se baja de esta dorada calesita de hombres y mujeres que compiten en una carrera invisible por el reconocimiento de la Academia Sueca de Letras, por el premio en metálico (más lo que este repercute en las ventas en todo el mundo), y por el prestigio, ese del que los artistas reniegan todo el tiempo y en el que de manera inevitable no pueden dejar de pensar.
Mañana se conocerá el nombre del ganador de la edición 2014 de un premio creado hace 113 años y cuyo primer ganador  fue el escritor francés Sully Prudhomme, hoy muy poco leído. La danza de este año tiene algunos elementos en común con la del año pasado, donde finalmente la medalla y el título fueron para la canadiense Alice Munro.
Por ejemplo, una vez más como desde hace por lo menos cinco años, el novelista japonés Haruki Murakami vuelve a estar entre los primeros puestos de los favoritos.
Con Murakami se da el caso del “eterno” nominado, como el poeta sirio Adonis o el checo Milan Kundera, que por insistencia en algún momento tendrán que obtenerlo.
El precedente más cercano en este grupo de nominados es el peruano Mario Vargas Llosa. Era candidato y se lo nombraba como uno de los posibles ganadores a lo largo de casi la década del noventa y de 2000. Cuando todos se habían olvidado de Vargas Llosa dio el batacazo y fue el ganador en 2010.
Algo similar sucedió con la escritora sudafricana Doris Lessing, ganadora en 2007. Había sido favorita 15 años atrás y luego su candidatura decayó hasta que de manera sorpresiva obtuvo el galardón.
En los últimos años han sido nombrados muchos escritores y artistas de otros campos, como el músico Bob Dylan, pero el premio luego, en una característica faceta zigzagueante de la Academia Sueca, fue para opciones poco taquilleras.
Desde 2007 con Lessing, las elecciones de estos hombres de la fría ciudad de Estocolmo han ido a parar a escritores de bajo perfil, poco conocidos por fuera de círculos literarios específicos de cada país.
El francés nacido en la isla de Mauricio, Jean Marie Le Clézio, escritor de indudable calidad y gran viajero del globo, no era un hombre de gran repercusión antes del Nobel de 2008.     
Lo mismo puede decirse de la rumana (aunque escribe en alemán) Herta Müller, ganadora en 2009.
Como se dijo antes, Vargas Llosa lo ganó en 2010, pero al año siguiente el premio fue a parar a las manos del poeta sueco Thomas Tranströmer, un hombre cuya poesía llegó  casualmente a Uruguay traducida al español por el poeta uruguayo Daniel Escardó, quien reside desde hace décadas en el país escandinavo.     
En 2012, el turno fue para el chino Mo Yan y el último para Munro, dos nada taquilleros.
Y con las sorpresas que muchas llegan desde Suecia también vuelven como boomerangs las preguntas de siempre: ¿Por qué fulanito gana ahora si estaba nominado desde hace años? ¿Ahora es mejor? ¿Ahora conviene premiarlo? ¿Cuánto hay de sincero y justo en este premio? Y finalmente: ¿Cuál es el sentido final de los premios?
Este año, aparte de Murakami, hay otros nombres “exóticos” como candidatos y posibles ganadores. Uno de ellos es el de la periodista bielorrusa Svetlana Alexievich, autora de varios libros de crónicas sobre eventos de la historia rusa reciente, desde la guerra de Afganistán a la explosión de Chernobyl.
Otro es el narrador keniata Ngugi wa Thiongo, un autor que comenzó a escribir en inglés en los años de 1960 y luego se cambió el nombre y torció su obra hacia narraciones en idioma giguyu.
El italiano Claudio Magris, autor del fascinante libro El Danubio, es otro de los nombres que suena al cierre de esta edición.
Por el bien de los lectores del mundo, ojalá que mañana los suecos vuelvan a sorprender con un autor poco conocido que siga abriendo cabezas con páginas de papel. 


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