sábado, 1 de noviembre de 2014

Una poeta en Montevideo

La nicaragüense Gioconda Belli también es novelista y llegó a promocionar su último libro, El intenso calor de la luna



El mar es un azar. Por eso la vida se le compara tan a menudo. La ola levanta a Emma en su cresta de espuma y arena, la sume en un puño y la engulle el agua salada y revuelta”. Así se lee al comienzo del capítulo 31 de El intenso calor de la luna, la última novela de la exitosa poeta y narradora nicaragüense Gioconda Belli, publicada por Seix Barral en su célebre colección Biblioteca Breve.
La autora estuvo en Montevideo para promocionar el libro y habló sobre prosa, poesía, revolución, utopía, amor, liberación y otras yerbas.
“Para mí todo sucedió casi al mismo tiempo. La poesía, el amor, porque me había casado pero no estaba contenta y me enamoré de otro hombre. Entonces ahí empezaron todas mis transgresiones. Y también me metí a la lucha política, así que… feliz”, cuenta y lo rubrica con una carcajada franca y contagiosa.
Belli hizo una carrera coronada de premios como poeta y cuando se decidió a lanzarse al agua como narradora el éxito no la abandonó. Sus novelas son traducidas a decenas de idiomas. Ella aclara que no son las novelas de una poeta sino que novelista y poeta son autoras distintas: “La novelista es más disciplinada. Porque la poeta escribe según el impulso de su corazón. La novelista escribe todos los días con una gran disciplina. Yo digo que cuando estoy escribiendo una novela siento que tengo un trabajo, un empleo. Cuando soy poeta, es más dejarme ser”.
Se diría, sin embargo –valga como ejemplo el comienzo de esta nota– que la poeta está siempre al acecho. “Normalmente la forma narrativa se separa de la poesía. De repente hay momentos de encuentro. Por ejemplo, el erotismo es un momento en que puedo darle más rienda suelta a la parte poética”.
Gioconda Belli puede parecer a simple vista uno de esos personajes del gran poeta paisano suyo, Rubén Darío, como la marquesa Eulalia, esa que “ríe, ríe, ríe” en el célebre poema Era un aire suave. Así se la ve y se la escucha, con una exhuberancia despreocupada, una suerte de felicidad natural.
Sin embargo, su biografía y sus ideas son las de una mujer latinoamericana comprometida con las urgencias de su época. Nació en 1948 y participó con una militancia activa en la revolución contra la dictadura de Anastasio Somoza. Estuvo al borde de la cárcel y de la muerte: “Tuve que salir de Nicaragua. Dejé a mis hijas con mis padres. La más chica tenía 1 año. Luego estuve en una célula que éramos diez y solo sobrevivimos dos. Después tuve un amor muy grande por un compañero, que lo mataron, también”.
Belli lamenta las contradicciones de los revolucionarios de entonces, las realidades que tomaron el lugar de los sueños. Pero no reniega de esa militancia: “Nosotros por lo menos tuvimos el triunfo de la revolución, que fue una cosa memorable y fantástica. Sobre todo cuando uno es joven. Vivimos la realización de nuestros sueños, que es algo que poca gente vive”.
La autora entiende que la escritura tiene una responsabilidad militante: “Yo creo en la capacidad transformadora de la literatura. Creo que los libros tienen un papel importantísimo en la formación de la conciencia, de la opinión, y por ende en las las decisiones vitales que uno toma. Dentro de la narrativa hay una visión, una propuesta”.
En lo que no cree es en que la literatura está al servicio de un mensaje: “Yo le soy fiel a mi imaginación y creo en ella. No creo que uno pueda escribir solo para pasar un mensaje, porque eso distorsiona la narrativa”.
Belli cree, también, que “hay otra gran revolución pendiente. Que la mitad de la humanidad pueda tener igualdad con respecto a la otra mitad, que la mujer deje de ser una subclase en el mundo”.
Su prosa se ha hecho eco de esa idea en más de una novela. En este, su último libro, la heroína toma el nombre de Emma, el mismo que Madame Bovary, de Gustave Flaubert, y no es una coincidencia sino una afirmación de la mujer y su derecho a serlo con toda plenitud.
Gioconda Belli pasó por Uruguay y dejó un aire suave y una invitación a revisar su obra, que bien se podría aceptar dándole una oportunidad a su última novela.

http://www.elobservador.com.uy/


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