jueves, 3 de septiembre de 2015

3 de setiembre de 1940: nace Eduardo Galeano

Uno escribe a partir de la necesidad de comunicación y de comunicación con los demás, para denunciar lo que duele y compartir lo que da alegría […]
Uno escribe para despistar a la muerte y estrangular los fantasmas que por dentro lo acosan; pero lo que uno escribe puede ser históricamente útil sólo cuando de alguna manera coincide con la necesidad colectiva de conquistar la identidad[...]
“Creo en mi oficio, creo en mi instrumento...La palabra es un arma, y puede ser usada para bien o para mal: la culpa del crimen nunca es el cuchillo.
Creo que una función primordial de la literatura latinoamericana actual consiste en rescatar la palabra, usada y abusada con impunidad y frecuencia para impedir o traicionar la comunicación...” (1)


 Eduardo Germán Hughes  Galeano nació en Montevideo el 3 de setiembre de  1940.   Comenzó a incursionar en los medios periodísticos a los catorce años, como dibujante, en el semanario socialista de Montevideo, bajo el seudónimo “Gius” ( que se corresponde con la pronunciación castellana de su primer apellido).   Hasta los dieciocho años  alternó los dibujos con algunas incursiones en el periodismo: crónicas de arte, y sindicales.  Fue además un “siete oficios”(2) desempeñándose como mensajero, peón en una fábrica de insecticidas, cobrador, taquígrafo y cajero de banco, entre otros.  Trabajó en “El Sol”,  en el semanario “Marcha” entre 1960 y 1964, donde se desempeñó como jefe de redacción,  y en el periódico “Época” (1964). Su labor periodística se destacó por la realización de reportajes de corte político. Entre estos se destacan   "China" (1964), "Crónica de un desafío" (1964), y  "Guatemala, un país ocupado" (1967). 
    En 1974, cuando sobrevino la dictadura en Uruguay, debió exiliarse en Argentina.  En el país hermano, fundó y dirigió la revista “Crisis” en la que trabajó junto al poeta Juan Gelman.  Más tarde, al suceder el golpe de estado en aquel país se exilió en España.
Luego de finalizada la dictadura, en 1985, regresó a Uruguay donde vive actualmente
    Publicó su primera novela, “Los días siguientes”, en 1963;  pero fue con  “Las venas abiertas de América Latina”, editada en 1971 por la Editorial Siglo XXI, con la que Galeano logró amplia difusión y ganó el reconocimiento internacional. Este ensayo, que fue escrito según su autor, en “tres meses, en noventa noches”(3), ha sido traducido  y editado en  diversos idiomas a lo largo del mundo. 
    Su vocación y ejercicio de la escritura estuvieron siempre vinculadas a su militancia política. Así lo expresa  Galeano en estas palabras:


Desde los 13 o 14 años yo empecé a trabajar y a militar por una doble necesidad. Por un lado, el desafío a una realidad en la cual yo no lograba reconocerme y que quería cambiar. Era una realidad que yo quería cambiar, no tanto desde el punto de vista de la miseria, porque en Uruguay en estos años no tenía miseria… pero era una sociedad incapaz de aventura, incapaz de intensidad, de una mediocridad repulsiva, ganada por el conformismo. Y por otro lado, era una necesidad íntima de sustitución de Dios. Más que una explicación del mundo, es una complicidad en el mundo, un reconocimiento en el otro. (4)

    Eduardo Galeano ha recibido numerosos reconocimientos por su obra y trayectoria, en América Latina y Europa, entre ellos,  el   Premio “Casa de las Américas” en dos ocasiones,   en 1975  y 1978 por las obras Días de noches de amor y de guerra  y La canción de nosotros; el Premio del Ministerio de Educación y Cultura  en  1986 por la trilogía Memorias del fuego  ̶ por la que también recibió el premio “American Book Award” ̶    otorgado por la Universidad de Washington. 

En sus “Apuntes para un auto-retrato” el autor de “Las venas abiertas de América Latina” afirma sobre sí mismo:


    Podría remontarme a mi infancia, muy católica,...o podría hablar de mis posteriores conflictos con las versiones dogmáticas del marxismo, que proclaman la Verdad Única y que divorcian al hombre de la naturaleza y a la razón de la emoción.  O podría contar que he jineteado diversas desventuras y que varias veces me ha volteado el caballo; que he conocido por dentro algunos engranajes del terror y que el exilio no ha sido siempre fácil. Podría celebrar que al cabo de mucha pena y mucha muerte siga manteniendo viva mi capacidad de asombro ante la maravilla y mi capacidad de indignación ante la infamia, y que continúe creyendo en la voz del poeta que me aconsejó que no tome en serio nada que no me haga reir.
    […] Podría decirse que detesto las óperas y los manteles de plástico y las computadoras, que soy incapaz de vivir lejos del mar, que escribo a mano y tacho casi todo, que me casé tres veces que... Pero tanto hablar de mí, me abure.  Me aburre: lo compruebo, lo confieso y lo celebro. (5)




vía: http://uruguayeduca.edu.uy

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